En Hispanoamérica el Monje Negro es una institución política. Puede ser
un ministro o ajeno al Estado, y sirve discretamente como operador del
Presidente de la República. Aunque no ostente cargo alguno, es un leal a
su jefe de filas, su autoridad es indiscutible y temida y cuida las
relaciones, la imagen y los contactos reservados de su señor sin
desatender cualquier asunto tenebroso.
Uno de los principales editores de la Argentina, que conoce y valora
mucho a Horacio Verbitsky, me dijo en agosto: “No te equivoques, Horacio
no es un operador de Néstor Kirchner: él está convencido de que Néstor
Kirchner es un operador de Verbitsky”. Este podría ser un buen comienzo
de una nota si el objetivo fuera hablar de la vanidad como uno de los
principales motores que tiene el oficio de periodista. Pero el intento
es aprovechar el cruce de Horacio Verbitsky con Nelson Castro para
reflexionar sobre un aspecto del periodismo que es el lugar en donde el
discurso kirchnerista logró abrir el abismo más profundo entre amigos y
enemigos. Esta vez Verbitsky dijo en referencia a un comentario radial
de Nelson que “la degradación de los estándares periodísticos rompe
límites”. Ya no es la discusión que producen las distintas miradas
ideológicas. Se trata de un reclamo de mayor rigurosidad informativa
porque, según Verbitsky, Nelson Castro le preguntó a Aníbal Fernández
sobre su presunto nexo con negocios turbios de la Policía Federal,
“afirmación que me atribuyó”. Horacio negó haber sugerido algo semejante
y Castro le contestó que ésa era su conclusión después de leer varios
párrafos de la columna de Verbitsky del 19 de diciembre pero sobre todo
el siguiente: “CFK se enfureció cuando supo que el mayor empeño de sus
ministros vinculados con la seguridad en los casos de Ferreyra y de los
asesinatos de Villa Soldati era defender la actuación policial, un grave
error político que así deriva las culpas hacia la presidente a la que
debían proteger”.
A medida que Verbitsky radicalizó su militancia kirchnerista, fue
describiendo la parábola lógica en estos casos. Primero puso la lupa de
su investigación más en los rivales de Kirchner y menos en los casos de
corrupción que salpicaron al oficialismo. Esa carga de subjetividad nos
impacta a todos los periodistas. A algunos en forma moderada y a otros
en el estilo sobreactuado de un cruzado. El problema es que Verbitsky
después empezó a degradar los estándares periodísticos, para utilizar su
propia definición. Por acción u omisión, en varias situaciones
evidenció errores informativos, cosa que en su caso se notó más porque
durante mucho tiempo hizo del dato puro y duro algo sagrado, como debe
ser.
ENLACES/FUENTES:
http://devenir.foroactivo.com/t3335-monje-negro-al-desnudo-horacio-verbitsky
http://seniales.blogspot.com.ar/2011/01/debate-leuco-sobre-verbitsky-escribir.html
http://www.larazon.es/detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_368553/9334-el-monje-negro#.UUIodzeReSo
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-215796-2013-03-14.html
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